Fragmento.

Fragmento de la nueva obra del escritor Frey Josep Toral O. S., ya en preparación por Producciones Periodisme i lletres.


<<Como ya se había hecho costumbre, acompañé a mis hijos al interior de la casa, y luego discretamente salí para dirigirme a la antigua pocilga que había acondicionado como mi hogar.

Como ya se había hecho costumbre también, minutos antes había discutido con mi esposa por un malentendido con el dinero de las ventas del día. Las matemáticas me daban la razón, pero una mujer como la mía no entiende de razones cuando se enfada.



Desde hacía meses vivíamos en una paz armada permanente, donde todo era cortesía y medias sonrisas. Presencia tolerable y diálogos amables para lo imprescindible. Sin embargo,  yo sabía que a raíz de la discusión, la señora estaría de un humor explosivo por lo menos durante dos semanas, tiempo en el que lo prudente sería mantenerse totalmente alejado de ella… Que era como decir de mis pequeños.

Luego de reposar unos minutos sobre las maderas que me servían de colchón, me levanté para abrir la llave de paso, a modo que subiera agua al tinaco. Aproveché para mirar por entre las cortinas, y vi a mi familia riendo feliz, en torno a un juego de mesa. No me echaban de menos, y todo eran risas y comentarios graciosos. En cambio, cuando mi mujer y yo discutíamos, los niños siempre se mantenían callados y temerosos.

Avanzada la noche, y sabiendo que mis pequeños ya estarían acostados, volví a la casa para tomar mi bolsa de cereal y un cartón de leche. Me encontré con mi esposa, que volvía del cuarto de baño.

--Les haces falta a los niños --me regañó.

La miré largamente, y estuve a punto de no contestarle, para no empezar otra discusión. Al final no me pude contener.

--A mí no me lo parece. Y de todos modos, tendrán que acostumbrarse a mi ausencia.

--¿Vas a marcharte? --preguntó ella con el mismo tono de regaño, en el que se percibía también un deje de alivio. Como un ‘ojalá que sí’.

Por mi mente pasó fugaz el recuerdo del médico que luego de revisar mis estudios, me miraba en silencio y luego hacía un movimiento de negación con la cabeza.

--En realidad me voy a morir.

Ella se había distraído mirando su teléfono móvil. Algo que ya hacía todo el tiempo.

--¿Qué dijiste?

Tras un largo silencio respondí.

--Dije que me voy a dormir.

Y cruzando la puerta, me perdí en la oscuridad de la noche.>>
Imagen cortesía de Ventanas de noche.

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