Mexicanizar.
El Papa Francisco, una voz valiente. Foto: Reuters. |
De inmediato las autoridades mexicanas clamaron al cielo; Cleofás (quiero decir José Antonio Meade, canciller) se rasgó las vestiduras y gritó "¡Blasfemia!", y amenazó con enviar una nota diplomática reprobando las palabras del Santo Padre; y muchos mexicanos se unieron al clamor, llegando a pedir al Obispo de Roma: "No estigmatice a mi país".
Sin embargo, me parece que fue una manera adecuada de atraer la atención de las mismas autoridades mexicanas sobre lo que ocurre en México. Si el Papa Francisco se hubiera dirigido al presidente de México, a su Secretario de Gobernación o a su Canciller, para señalarles el infierno en que se ha convertido el país que --en teoría-- dirigen, le hubieran dado una palmadita en la espalda, le habrían dicho que "México se está moviendo", y lo hubieran enviado a ondear changos por el rabo. Porque en la negación en que se ha sumido el gobierno mexicano, que le impide ver la realidad que está creando, estos políticos se engañan pensando que todo marcha sobre ruedas. Pareciera que la ignorancia y la incompetencia presidenciales, después de todo, son más contagiosas que el catarro.
Canciller de México, silencio cómplice. Foto: SRE. |
Un español que lleva años residiendo en México, lo expresó muy adecuadamente:
"Me parece que el Papa Francisco no está estigmatizando nada. Sólo está alzando la voz por los mexicanos que no pueden hacerlo por temor a ser asesinados. El Vicario de Cristo sólo está diciendo valientemente lo que las autoridades mexicanas callan cobardemente".
Yo creo que tiene razón. Quod scripsi, scripsi.
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